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Encuentran un raro manuscrito de hace 600 años

Oxburgh Hall no es un fortaleza, ni tan siquiera un castillo solitario. El edificio construido alrededor de 1482 es una casa de campo. Pero no una cualquiera. El gran edificio medieval tardío tiene un foso a su alrededor que, hasta 1772, apenas dejaba un estrecho pasillo hasta la robusta puerta de entrada. La construcción está flanqueada por altas torres de hasta siete pisos.

El paso del tiempo degradó el techo de esta instalación situada en el pequeño pueblo de Oxborough, en el condado de Norfolk, lo que llevó a los responsables del National Trust -el organismo que se encarga de la conservación del patrimonio en Gran Bretaña- a encargar su restauración. Y mientras los arqueólogos preparaban el terreno, de la nada apareció un sorprendente hallazgo.

Miles de objetos raros de época Tudor e Isabelina (entre 1485 y 1625) estaban escondidos bajo las tablas de madera del suelo del ático de la mansión, según han informado en un comunicado las autoridades de Oxburg Hall. “La variedad, edad e importancia de los elementos encontrados y lo que revelan sobre la historia del lugar lo convierten en un descubrimiento único”, señalan los investigadores.

Entre los elementos recuperados destaca especialmente una página de un raro manuscrito iluminado del siglo XV, aunque también hay desde fragmentos de libros de finales del siglo XVI hasta textiles isabelinos de alto estatus, así como objetos modernos más mundanos, como paquetes de cigarrillos y una caja vacía de chocolate que data de la Segunda Guerra Mundial.


Según los especialistas, esta era la primera vez en siglos que alguien buscaba debajo del entarimado. “Cuando se movieron las tablas, pudimos ver un patrón en los escombros que mostraban que no habían sido perturbados durante decenas de años”, dijo Anna Forest, la curadora del National Trust que ha supervisado las acciones.

El hallazgo fue obra de Matt Champion, un arqueólogo independiente que siguió trabajando durante el confinamiento en Inglaterra provocado por el covid-19. Un detalle curioso es que, en las áreas con ventadas orientadas al sur, había tantos alfileres que Champion tuvo que usar guantes gruesos para no pincharse. Esas habitaciones bien iluminadas se habían utilizado claramente para coser y para organizar correspondencia, ya que había evidencias de sellos de cera y fragmentos de documentos escritos a mano en inglés y francés de finales del siglo XVIII.